Carta de un periodista del Chaco a otro del mundo civilizado
(Publicado por Angaú Noticias)
No la voy a hacer larga, pero antes de ir a las respuestas quería decirte que si lo tuyo pretende ser un estudio sobre las condiciones de trabajo en los medios argentinos, el caso del Chaco te sirve como ejemplo de lo que pasa, en general, en las provincias más atrasadas, pero no es lo mismo que hablar de Buenos Aires u otras jurisdicciones desarrolladas. Así que fijate y evaluá vos si te va a servir esto.
Ahora sí, voy a lo que me pedías:
Salarios: Como supondrás, el panorama no es homogéneo. Encima me pedís que te lo diga en euros, con lo cual se vuelve todo más deprimente. Mirá, un "movilero", como llaman acá a los cronistas radiales de exteriores, cobra entre 100 y 150 euros, por un trabajo de entre cuatro y ocho horas diarias. O sea, debe vivir con 3 a 5 euros por día.
Te diría que el 80% de los trabajadores de prensa de esta provincia está debajo de los 200 euros (algo más de 1.100 pesos).
Estabilidad laboral: Ser un periodista "en planta permanente" de una empresa periodística es una antigüedad. De cada diez empleos generados en los últimos cinco años en los medios locales, uno fue en esa condición. Los demás son en negro, o con figuras ilegales para la actividad, como ser obligados a registrarse ante el fisco como autónomos y a firmar contratos basura.
Otro truquito es hacer firmar recibos de sueldo por montos que no son los que se pagan en realidad, y a quien firma esos comprobantes expresando su disconformidad, lo echan.
Perfil empresario: El perfil promedio de los propietarios de medios de esta provincia es el de aventureros que se embarcan en esto con un fin muy claro: ver cuánta guita (lana) le pueden sacar al Estado. Los "proyectos" de medios y productoras se reducen a esto: ir a la oficina de Información Pública y ver cuánto les van a dar. Si les cierran los números, el proyecto se hace. Si no, no.
Hay diarios que fueron lanzados así, y a los que siempre les convino vender poco, ya que vendiendo diez ejemplares o mil recibían la misma pauta publicitaria del Estado, pero con la diferencia de que en el segundo caso gastan más en papel y otros insumos.
Luego, maximizan las ganancias con la explotación laboral.
Libertad de prensa: Hoy no existe el nivel de persecución de cuando estaba el gordo puto del que te hablé, pero esta libertad sigue estando encerrada dentro de la libertad de empresa. Y al no haber empresarios periodísticos, sino gurkas como los que describí antes, el espacio que queda es muy estrecho.
Cláusula de conciencia: Existe, pero no es lo mismo que allá. Ustedes la tienen garantizada en la Constitución, que dice que los periodistas no pueden ser obligados a participar de la elaboración de informaciones que vayan contra sus principios. Acá no está escrita en ningún lado, pero consiste en que si uno se niega a participar de una campaña de su medio, lo mandan a la conciencia de la lora.
Formación profesional: Me preguntabas si acá el prestigio y popularidad de los periodistas están asociados a parámetros de formación académica y/o trayectorias marcadas por la ética. Para que entiendas mejor, te mandé varias grabaciones del programa de radio más escuchado de las mañanas en Resistencia.
Publicidad oficial: No, no hay regulación alguna para la distribución de esos fondos. Hay, por ejemplo, un señor que venía cobrando más de 200.000 pesos mensuales del Estado provincial y sus organismos. ¿Cómo decís?¿Que si no hay regulación podría ocurrir que alguien se haya enriquecido pautándole mucha plata a amigos para después cobrar suculentos retornos? No, no creo, che.
Investigaciones: Sí, en los medios de acá se investiga mucho. Principalmente, se investiga cómo evadir obligaciones con los trabajadores, el fisco y la seguridad social.
Seguridad: Se trabaja en muy buenas condiciones de seguridad. El año pasado nomás hubo un problemita, cuando dos bandas semimafiosas se pelearon y acuchillaron a un periodista que hacía una cobertura del asunto.
La investigación no llegó a nada, pero el caso era súper difícil de resolver, ya que los hijos de puta apuñalaron a nuestro compañero en una zona inhóspita (la peatonal de la ciudad), a una hora de desolación (las nueve de la mañana de un viernes), sin testigos (sólo unas cien personas alrededor) y por sorpresa (los grupos enfrentados venían adelantando el choque con apenas cuatro días de antelación).
Respaldo legislativo: Sí, lo tenemos. La Legislatura, indefectiblemente, todos los años sirve sandwichitos en el Día del Periodista.
Acción gubernamental: Es de total respaldo a los periodistas. Cuando acuchillaron a aquel compañero, el gobernador y sus ministros fueron al hospital y se sacaron fotos con él.
Resguardo judicial: Es total. Por ejemplo, la investigación del apuñalamiento está explorando la pista iraní en el caso, por eso llevamos casi un año sin saber nada.
Y en lo laboral, la justicia también nos re-banca. Este viernes, sin ir más lejos, nos vamos a manifestar en apoyo de un dictamen de la Procuración General, que dice que los periodistas no deben ser indemnizados cuando los despiden si no tienen carné profesional. ¿Y sabés cuántos periodistas tienen acá carné? Nadie. ¿Sabés por qué? Porque al trámite lo hacés si querés, pero tenés que estar en blanco. O sea que si estás en negro, te pueden rajar sin problemas.
Lo bueno que también tiene esto es que los pocos empresarios que todavía tienen gente en blanco, van a aprender que no les conviene, y van a empezar a negrear también.
¿Que por qué entonces no hablamos con los jueces de la Corte provincial? Porque los que manejan todo ahí eran funcionarios del gobierno que más nos persiguió.
Sí, en serio, acá se puede ser amigo de un gobernador y al día siguiente ser juez.
Apoyo social: Es poco, porque en realidad la gente se imagina que ganamos bien y la pasamos bomba, porque, salvo excepciones, nadie nos publica las denuncias sobre todos estos temas, ni las convocatorias a manifestarse.
Ya sé que, a esta altura, te estás preguntando para qué mierda entonces laburamos de esto. Mirá, yo no sabía explicarlo bien hasta que en 2002 me tocó viajar a Castelli para hacer una nota en el hospital de ahí. Era un desastre ese lugar, parecía un hospital de campaña en alguna guerra africana del siglo XIX.
Ahí, un médico recién recibido me contó, como una anécdota del montón, que unos días antes estaban operando a una mujer con peritonitis, y en plena cirugía se cortó el suministro eléctrico. Como no tenían grupo electrógeno para suplir a la red, eso era una condena a muerte para la paciente.
Pero entonces una enfermera salió, y volvió con su motito. La hizo arrancar en el quirófano, y encendió la luz. Un humo asqueroso llenó enseguida el recinto. Adiós asepsia, adiós abecé de un procedimiento quirúrgico, adiós mundo ideal aprendido en la universidad.
Adiós todo, pero la mujer se salvó.
A veces, muy de vez en cuando, los periodistas de este hoyo también salvan a alguien, o a algo, con las zapatillas hundidas en la mierda. Y además, no sabés el placer que da cuando también lográs hundirles un dedo en el orto a los que nos viven cagando.
Bueno, Ernesto, espero que te sirva.
Un abrazo.
Yasduit Pepe
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