jueves, 26 de enero de 2012
España: el pacto de la Moncloa es el que procesa a Garzón
Garzón procesado, el franquismo impune, el rey desnudo
por Benjamín Balboa
Hace dos años, cuando se retiró al juez Garzón de la causa y luego se le procesó, quedó de manifiesto el carácter impune del franquismo en la España actual y que la llamada Ley de memoria y la de Amnistía de 1977 tenían el carácter real de leyes de punto final. La respuesta fue masiva: el movimiento memorialista en pleno y los republicanos, pero también una ola inmensa de ciudadanos de todas las tendencias salieron a la calle dispuestos a exigir verdad, justicia y reparación y a clamar contra la impunidad. Las asambleas ciudadanas se sucedieron por casi todas las ciudades. Miles de personas, sorprendidas, indignadas, entraron en contacto por primera vez con la alarma de que el franquismo impune atacaba al juez que quiso juzgarle, las redes sociales jugaron un gran papel; todos recordarán aquellos días, en el Madrid de la Casa Encantada… (y en tantas y tantas en otros sitios por toda España).
El combate primero en aquellos días fue determinar qué pasaba y porqué. Era indudable que se procesaba al juez y que quienes le acusaban en relación con la causa del franquismo defendían la actuación de la dictadura y, para asombro del mundo, lograban que la ley vigente les asistiera. Fue por eso que entre quienes actuamos entonces se extendió con fuerza la idea de que la verdadera batalla no era tanto la actuación del juez y su suerte, como lo que implicaba de forma clara y meridiana su procesamiento, que tanto la ley de memoria y la de amnistía eran en realidad un blindaje al franquismo. El triste papel de Gaspar Llamazares al votar en las Cortes una ley que no cuestionaba la legalidad franquista, dejaba en muy mal lugar a Izquierda Unida —del PSOE ya ni hablemos—.
El procesamiento obligó a muchos a mover ficha y a adoptar una postura más combatiente, a simular lo que no eran; la movilización ciudadana comenzó a ser tan intensa que quedarse fuera les sería suicida. El PSOE y el aparato de IU, los mismos que pactaron la ley de memoria y pretendieron que con ella estaba todo resuelto, se quedaron descolocados y a la zaga de sus bases, esta vez movilizadas por su propia indignación. En Madrid, en asambleas en las que se discutió con toda crudeza, la cosa quedó muy clara: lo que nos unía a todos era la exigencia del fin de la impunidad y la demanda de Verdad, Justicia y Reparación. Y ese fue el lema que encabezó la que sería la mayor manifestación ciudadana de los últimos años. Ningún partido la convocó, fue el sentimiento antifascista y antifranquista de la mayoría de la población la que estalló aquel día, el centro de Madrid colapsó, la Puerta del Sol llena a rebosar, las calles, el pueblo llenó las callles, las anchas avenidas hasta más allá de Cibeles, Gran Vía.
Fue un día de primavera, miles y miles de personas de toda edad y condición, un ejemplo de ciudadanía inmenso, hermoso como pocos hemos visto en nuestras vidas, las banderas tricolores llenaron el aire que todos respiraban y todos compartimos, los miles de pancartas con las víctimas causaron estupor en la prensa extranjera y entre nosotros mismos al ver que nos habíamos atrevido finalmente a expresar en público que ya estaba bien de tanta mentira, de tanta injusticia y tanto dolor, que era hora de clamar y exigir el fin de la impunidad. Fue un éxito clamoroso. Aquella noche las radios del régimen (la SER, Radio Nacional y todas las demás) mostraron no ya el desconcierto, sino el miedo al pueblo en la calle armado tan sólo de su deseo de justicia y con la bandera republicana por encima de diferencias gritando que el Rey estaba desnudo. El susto les duró casi dos días, lo que las aguas tardaron en volver a su cauce. Ese día todos supimos que por unas horas las invisibles cadenas se habían roto.
Ha pasado el tiempo y el olvido dictado sepulta aquel día: aquella luz de esperanza y de indignación que brilló en Sol fue enterrada por el régimen y sus partidos —la derecha, pero también por el PSOE cómplice y por la IU que considera que la República no es prioritaria y no ha asumido su complicidad con la impunidad plasmada en la ley de memoria—, pero también por la estupefaciente marea del 15M que desde luego sí que contó con los apoyos y los medios que a otros se les negaron, el mismo 15M que pretendió expulsar de Sol las banderas de la República y las pancartas de las víctimas, porque ni la memoria —según ellos— era importante, ni la derecha y la izquierda son categorias válidas ya, y que el hilo rojo de la memoria no vale nada.
Hoy, finalmente llega el juicio al juez. Y nos dicen que el problema es el juez, sus enemigos y un franquismo innominado, salido de no se sabe dónde. Pero ¿Y las leyes que le condenan? ¿Y el régimen que sigue considerando legal aquella dictadura y sus crímenes? ¿Por qué no se denuncia con nitidez lo que ha causado el procesamiento?
La batalla sigue abierta. La derecha más cruda está en el gobierno y las palabras recortes y dictadura de los mercados están en boca de todos. Y muchos nos decimos que quienes no tienen el valor de denunciar la impunidad del franquismo que condena al Juez, difícilmente lo encontrarán para combatir a los mercados, y que sin aprender del valor de la memoria y del ejemplo de las víctimas tampoco podrá construir un mundo nuevo y más justo.
Garzón procesado, el franquismo impune, el rey desnudo, la izquierda del régimen descolocada y confusa, cada día queda más claro que sólo la República del pueblo podrá traer la VERDAD, LA JUSTICIA Y LA REPARACIÓN.
Publicado en Sociología Crítica
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