sábado, 22 de diciembre de 2012

"Ensartada en el fraude de la convivencia"

Le robé este poema a Roberto Esmoris Lara porque, ya cumplidos los trámites correspondientes a la fininiquitación del mundo, ya instalados en este otro mundo en el que hasta el momento no logramos hallar ninguna de las siete diferencias (presumo que debe haberlas, pero son demasiado sutiles para mi percepción) conviene que recordemos la acuciante necesidad de hallar nuestro lugar en la vidriera. Ya se sabe que la libertad es una fragata... 


canción final

-Ya es suficiente- , concluyó El Creador
y echó a rodar la piedra por el cielo delgado

fue atronador
desgarró el silencio de los lirios del campo
y contra el pronóstico de los ateos devolvió  la luz a los ciegos

y vos no pudiste volar
atravesada  por el alfiler de tu coleccionista
ensartada  en el fraude de la convivencia
no pudiste volar

cuánta  frustración
tener que estar quieta y disecada
justo  ahora que la piedra sagrada divide el mundo
y arroja al vacío a los morosos

pero  si sirve de consuelo lograste un lugar en la vitrina
y no es poco
cada  día se hace más difícil conseguir locación
(aún en esta nueva era anticipada por los Mayas)

después de todo
la libertad es la quimera que instalan los que oprimen.

Roberto Esmoris Lara

viernes, 21 de diciembre de 2012

La conspiración infinita



En estos últimos años, cuestión era más o menos así: récord de exportaciones, récord de crecimiento del pbi, récord de obra pública, récord de consumo, de venta de electrodomésticos, etc etc etc. Sí, pero... ¿y el trabajo en negro?, ¿y el precarizado?, ¿y el déficit de vivienda?, ¿y la cantidad de planes sociales?, ¿y los punteros que se quedan con la mitad de los 1200 pesos?, etc. Entonces las respuestas se dispersaban: vamos a bancarizar los planes, vamos a poner terrenos fiscales y dar créditos hipotecarios, se ha hecho mucho pero falta mucho más, el trabajo en negro bajó pero hay un "núcleo duro" del 35%, vamos por el buen camino, etc. Tengo la sospecha que los del "núcleo duro" no creen nada de eso, o piensan que si después de 10 años de "crecimiento a tasas chinas" ellos siguen afuera de la fiesta, están obligados a procurarse una entrada de la forma que puedan o les parezca. Sin duda que habrá oportunistas, aprovechadores, conspiradores, sin duda. Pero... ¿en qué contexto hacen lo que hacen?                

 

Bariloche: "Un día de furia", por Fernando Fernandez Herrero

Que difícil hacer una reflexión sobre lo que pasa en Bariloche. Desde hace unos días se sabía, lo alertó el Intendente que denuncia periodistas, que podía haber intentos de saqueos, pidió por eso colaboración a los supermercados, algunos ofrecieron una miseria, otros nada.

Por la mañana de hoy un grupo de 20 personas se presentó en el Chango Más para pedir bolsas de comida, no les dieron, entraron a buscarlas, se llevaron la comida y los pañales hasta que alguno manoteó un electrodoméstico, a partir de ahí todo se precipitó, algunos de los que cargaban comida habrán empezado a sentirse tontos, la relación peso/valor no rendía, y en definitiva mientras el cuerpo les duele si no comen, este sistema hace que les duela todo lo que les propone tener y nunca llega, tantas miradas acumuladas de cosas que nunca podrán comprar comprimidas en el instante de dejarse llevar por la decisión de simplemente agarrarlo.

Después vino la crónica del noticiero contando como habían robado los televisores y mostrando los desmanes de los inadaptados, no habló nunca el periodista durante esa crónica de la realidad ya casi insoportable que se vive en los barrios pobres de Bariloche, ni de tantas ilusiones robadas, ni de tantas vidas terminadas abruptamente por armas que nadie controla en un territorio liberado al alcohol y las drogas para menores, sin laburo, ni vivienda, ni tierra, ni familia, solo mostró las estanterías con los televisores faltantes.

A partir de ahí la locura, mucha gente, tanta que duele más que el difícil dolor de ver plasmada en imágenes crudas una ciudad partida, tomo la decisión interna de traicionar sus valores, de negociar con su conciencia y salir a buscar algo, un televisor, un audio, la campera esa que muestran en la tele, una bicicleta para el hijo, las pelotas del pibe de la foto, esas pelotas que sábado a sábado miraba ajenas y deseaba, y los más traicionadores directamente con su camionetas, a veces de gran valor, a llenarlas de mercadería, evidentemente ya no era a esa altura un problema de hambre.

Salieron los funcionarios de grandes sueldos a dar sus diagnósticos: inadaptados, ladrones baratos, Indigenismo duro, grupos duros con posiciones anarquistas, extrema izquierda, delincuentes, radicales, narcotraficantes, operadores del Grupo Clarín, punteros políticos, mercenarios de algún sindicalista, etc. Es que hay que lograr explicar cómo en el país del crecimiento chino durante 10 años, con 50.000 millones en el banco, con los 500 millones en inversiones para la ciudad que anunció el gobernador hace poco, con los anuncios millonarios del senador plenipotenciario, con los reanuncios del Intendente deudor y con el modelo nacional y popular viento en popa, puede pasar lo que pasó, hay que explicarlo pero no se puede.

Puede haber habido de todo, pero la realidad es que nada de lo que sucedió podría haber pasado si no estuviera Bariloche en el estado en que está. Una ciudad con una crisis tan antigua que ya parece crónica, partida entre al alto abandonado y la postal custodiada por Cámaras empresarias y fuerzas de seguridad, con una serie de gobiernos radicales que durante los últimos 28 años básicamente nos endeudaron y nos mataron a los pibes pobres, con un gobierno del Frente para la Victoria que por ahora no pasa de anuncios aburridamente repetidos o nuevos, pero que difícilmente llegan a cambiar en serio la vida de miles de barilochenses que ya no creen, y lo peor de todo, que perdido por perdido, si los funcionarios de grandes sueldos roban, si los jueces de grandes sueldos nos los juzgan, si los empresarios evaden o presionan para que en la distribución ganen siempre los que se lograron subir al tren, si la policía protege con sus armas todo lo anterior, y el resto de los ciudadanos practica una cómoda indiferencia mientras se va pasando la vida y todo siempre sigue igual, de mal, ¡vamos a robarnos todo porque nos robaron todo!, ¡vamos a romper todo porque ya está todo roto, empezando por las ilusiones!.

No paran de escucharse sirenas y tiros lejanos, ojalá termine todo sin vidas perdidas, esas que aunque muchos no lo entiendan ni lo acepten son más importantes que los LCD. Como comunidad estábamos al borde del abismo y hoy hemos dado un paso adelante, y como está doliendo la caída.


Se militarizó la ciudad, se recupera el pibe baleado, todo volvió a la calma, y ahora se discute denodadamente qué hacer para que nada cambie

Organizaciones sociales, empresarios, juntas vecinales y autoridades de diversos organismos participan esta mañana del comité de emergencia que encabeza el intendente Omar Goye. Se definirán lineamientos a seguir, mientras que fuerzas de seguridad nacionales patrullan las calles.

Goye encabeza la reunión con diversas organizaciones de la ciudad para evaluar lo sucedido y delinear los pasos a seguir en materia de contención social y seguridad. El intendente dijo que la reunión será cerrada y luego de informará a la prensa. Ingresaron los concejales, dirigentes barriales, el obispo Fernando Maletti y referentes de cámaras empresariales.

La situación actual es de calma aunque “tensa” reconocieron algunos dirigentes. En tanto, las calles de la ciudad ya son patrulladas por Gendarmería nacional y Prefectura Naval Argentina, además de la Policía de Río Negro.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Creando empleos con capacitación


¿Vos sos el nuevo? Te explico cómo es esto: nosotros distribuimos cerveza a unos 4 o 5000 negocios en esta ciudad, en las dos que están al Norte, y en la de enfrente. Desde las 10 hasta las 18, cada 10 o 15 minutos llega un camión con los vacíos. Cada uno trae 300 cajones, de marcas mezcladas, y tienen que estar estibados, por marca, antes de que llegue el próximo. Si no alcanzaste, dejás los que te quedan y vas a bajar el nuevo camión. Después estibás todo lo que llegó, más lo que te quedó del anterior, siempre clasificado por marca. A veces llegan dos o más camiones juntos, así que no te conviene que se te acumulen muchos cajones. Porque lo que te falte apilar y clasificar lo vas a hacer después de hora. Y acá no se pagan extras. Y envase roto, se descuenta del jornal, ¿está claro? Si no está claro, mirá este video: 120 cajones en menos de tres minutos. Si te ponés las pilas, hasta podés descansar cinco minutos entre camión y camión...

jueves, 22 de noviembre de 2012

"Te mereces ser violada antes de que tengas hijos terroristas"


Cuenta Rafeef Ziadah, poetisa palestina: "Escribí este poema mientras realizábamos una acción directa en mi facultad. (...) Me dije: seré únicamente palestina, no me comportaré como colona o soldado. Así que estaba sentada en el suelo y este hombre vino y me dio una patada en el estómago y me dijo:

"Te mereces ser violada antes de que tengas hijos terroristas"

En ese momento no dije nada, pero después escribí este poema, dedicado a este joven caballero:


Déjenme hablar mi lengua árabe
antes de que también sea ocupada.
Déjenme hablar mi lengua materna
antes de que también colonicen su memoria.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas
las tonalidades de la ira. 

Lo único que mi abuelo siempre quiso hacer
era levantarse al amanecer,
mirar a mi abuela Nil
y rezar en un pueblo
escondido entre Jaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un olivo
en la tierra que dicen que ya no es mía.
Pero cruzaré sus barreras,
sus locos muros del apartheid,
y volveré a mi hogar.

Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas
las tonalidades de la ira. 
¿Escucharon a mi hermana gritando ayer, 
cuando daba a luz en un control militar,
con los soldados israelíes
buscando entre sus piernas
la próxima amenaza demográfica?
A su hija la llamó Jenin.
¿Y escucharon a alguien gritar tras las rejas
mientras la gaseaban?
Estamos volviendo a Palestina.

Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas
las tonalidades de la ira.
¿Me dices que esta mujer que hay dentro de mí
sólo te traerá tu próximo terrorista?
Barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negro.
¿Me dices que yo envío mis hijos a morir?
Pero esos son tus helicópteros, tus F-16...
¡En nuestro cielo!
Y hablemos un poco sobre este
negocio del terrorismo:
¿No fue la CIA la que mató a Allende,
y a Lumumba?
¿Y quién entrenó a Osama en Afganistán?
Mis abuelos no vestían como payasos
con capas blancas y gorros puntiagudos
para linchar a personas negras.
 
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas
las tonalidades de la ira.
¿Preguntas qué hace esta mujer oscura
gritando en la manifestación?
Disculpa, ¿no debería gritar?
¿Olvidé ser cada uno de tus sueños orientales?
El genio de la botella,
la bailarina del vientre,
la chica del harén,
la voz suave,
mujer árabe,
sí amo,
no amo,
gracias por los sandwiches de manteca de maní
que nos lanzan desde los F-16, amo.
Sí, mis libertadores están aquí
para matar a mis hijos,
a los que luego llamarán
"daños colaterales".

Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas
las tonalidades de la ira.
Así que déjame decirte
que esta mujer que habita dentro de mí
sólo te traerá tu próximo rebelde.
Ella llevará una piedra en una mano
y la bandera palestina en la otra.



Yo soy una mujer árabe de color.
Ten cuidado,
ten cuidado.
Mi ira.

                                     (Rafeef Ziadah, Shades of anger)

miércoles, 21 de noviembre de 2012

"Con odio y a secas"


Es comprensible: ¿cómo el Zonzo ha de atreverse? Me recuerda a un amigo que, al hablar de casos como este, siempre sentenciaba: "Si buscás ‘pelotudo’ en el diccionario, dice ‘tipo que sale con la mina mejor, o con la mina que a nosotros nos gusta’. Eso es lo que, en forma sucinta y a la vez minuciosa, dejó anotado Crisanto Domínguez en El Zonzo...

Un desconocido
Llegó una mañana
Buscando un trabajo.
Le gustó la estancia
Y habló al capataz,
Como hiciera falta,
Entró de mensual
En "La Malacara".
Con ninguno nunca
Cambió una palabra.
Era tan poquita
Cosa que en la estancia
Lo apodaron todos
El Zonzo Miranda.
Pasaron los meses
Y nunca por nada
Supieron la historia
Del Zonzo Miranda.
Hasta que el boyero
Cierta madrugada
En rueda de peones
Dijo estas palabras:
Anoche muy tarde,
Yendo a buscar agua,
Vi a la patroncita
Detrás de la casa
En los mismos brazos
Del Zonzo Miranda.
Y desde ese día
Toda la peonada
Le dice, con odio
Y a secas, Miranda.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Algunas funciones más que la mera motricidad


Im-pre-sio-nan-te artículo de Juan Forn en Página/12 del 2 de noviembre. El arte es una cosa inclasificable, indomeñable, más allá de la heroicidad o del arrugue de uno u otro artista. Porque el arte es ese impulso que circula por nuestro sistema nervioso para recordarnos que tiene algunas funciones más que la mera motricidad, aunque eso pudiera costarnos la vida...     






Sentencia de muerte en 16 versos

Todo empezó con aquella foto de Stalin mostrando su amor por la lectura, una sesión de rutina con el retratista Nappelbaum que pasó insólitamente todos los filtros y, cuando estuvo colgada en cada aula soviética, desató risas por lo bajo: el Gran Educador necesitaba seguir con el dedo las líneas que leía. El poeta Ossip Mandelstam dio entonces su famoso paso en falso. Compuso un epigrama que recitó en una reunión de amigos, para espanto de Boris Pasternak, que le dijo: “Eso no es un poema. Es un acto suicida, una sentencia de muerte en dieciséis versos. Tú no me has recitado nada y ese poema no existe”.

El poema en cuestión era el “Epigrama contra Stalin” (“Tus bigotes de cucaracha, tus dedos como gordos gusanos”) y, aunque el propio Mandelstam reconocería que eran versos facilones comparados con su excelso promedio habitual, no pudo resistir la tentación de recitarlos de nuevo en los días siguientes, hasta que alguien le fue con el cuento a Stalin y, en medio de la noche, se presentaron tres agentes del NKVD en su departamento.

Se tomaron su tiempo para revisarle todos los papeles. Anna Ajmátova estaba ahí, junto a Mandelstam y su esposa Nadezda. Había ido de visita sin avisar y sus anfitriones no tenían nada que ofrecerle. Con unos pocos kopeks en el bolsillo, Mandelstam bajó a conseguir algo y sólo logró agenciarse un huevo duro, que seguía sobre la mesa cuando los agentes del NKVD dieron por terminada su búsqueda cerca del amanecer, sin haber hallado el epigrama (Mandelstam había tenido al menos la prevención de no ponerlo por escrito), y se llevaron el poeta a la Lubianka. Ajmátova puso en su mano aquel huevo duro cuando se despidió de él. 

Dice la leyenda que lo quebraron sin tortura física (“Usted mismo ha reconocido que es bueno para un poeta experimentar el miedo. Se lo haremos experimentar con plenitud”). Dice la leyenda que fue el propio Mandelstam quien les dio de puño y letra la única transcripción que lograron tener del poema.

En el ínterin, Bujarin había intercedido ante Stalin (“Hay que ser cautelosos con los poetas; la historia está siempre de su lado”) y tiene lugar la famosa llamada telefónica nocturna de Stalin a Pasternak. El Padrecito de los Pueblos le pregunta a quemarropa a Pasternak si Mandelstam muestra o no maestría en el poema en cuestión. Ese no es el punto, dice Pasternak. Cuál es el punto entonces, pregunta Stalin. Estamos hablando de la vida y de la muerte, dice Pasternak. Stalin le contesta con sorna que él hubiera sabido defender mejor a un amigo y cuelga. Pero la sentencia fue “vegetariana”, para los tiempos que corrían: tres años de destierro, primero en Cherdyn y luego en Voronezh. La orden de Stalin había sido: “Aísleselo pero presérveselo”. 

Nadezda recibió permiso para acompañar a su marido y lo alojaron en un pequeño dispensario rural (un médico, una enfermera) donde el desterrado intentó suicidarse tirándose por la ventana de un segundo piso. Oía voces, creía que Ajmátova había sido arrestada por su testimonio, no lograba recordar qué había confesado, a cuántos había incriminado. Después pasó a creer que aquella caída del segundo piso le había devuelto la cordura (“Me quebré un brazo y recuperé la razón”).

Mandelstam escribió entonces su “Oda a Stalin”. La leyenda se bifurca en este punto: hay quienes creen que lo hizo para congraciarse con el tirano y hay quienes dicen que Stalin se lo ordenó. Joseph Brodsky dice que da igual: lo que importa es el desequilibrio inquietante de esos versos, que los censores no supieron cómo tomar (“Si me despojan del derecho a respirar y a abrir las puertas / Si me tratan como un animal y me dan de comer en el suelo / Yo anudaré diez cabellos en mi voz y en la profunda noche / Susurrará Lenin en medio de la tormenta / Y en la tierra que huye de la putrefacción / Stalin despertará la razón y la vida”). Esa es la función de la poesía, según Brodsky: moverle el piso a quien lee. Eso pasó con los censores, que terminaron pidiendo a la todopoderosa NKVD “una solución al caso Mandelstam”. La solución fue expeditiva: cinco años de condena en Siberia.

No llegaron a ser ni seis meses. Cuenta Varlam Shalamov en los Relatos de Kolymá: “Sus compañeros de barraca ocultaron su muerte dos días para quedarse con su ración de pan, de modo que sepan los futuros biógrafos que el poeta murió dos días antes de su muerte”. En su libro Contra toda esperanza, Nadezda Mandelstam cuenta que a su marido le gustaba repetir en el destierro dos frases que ella detestaba por igual. 

Una decía: “No hay que quejarse; vivimos en el único país que respeta la poesía; matan por ella”. La otra era: “La muerte de un artista no es su fin sino su último acto creador”. Más de medio siglo después, cuando aquella hoja redactada en letra temblorosa por Mandelstam fue exhumada de los archivos de la KGB, se descubrió que la memoria colectiva había ido deformando para mejor el epigrama, año a año, a medida que pasaba de boca en boca, para preservarlo del olvido.

sábado, 27 de octubre de 2012

"Edifica a ciegas sus relaciones con los demás"

Por estos días se han cumplido 95 años de la vez que los obreros rusos tomaron el poder para iniciar una experiencia que a pesar de lo poco que duró -quizás hasta 1927 o 1928- dividió en dos la historia universal. Uno de sus dirigentes, León Trotsky, hizo una poderosa síntesis-definición del acontecimiento a pedido de unos estudiantes de Copenhague. Cuando habla de "La actual crisis mundial", por supuesto no se refiere a la actual crisis mundial, sino a una crisis mundial que era más o menos como la actual, aunque parece que la actual está por superar aquella actualidad y aquella crisis.    ;-(    En cualquier caso, un texto cuyos contenidos no han perdido actualidad...       


(...)
Durante el año 1917, en el intervalo de ocho meses, dos curvas históricas convergen. La Revolución de Febrero -este eco tardío de las grandes luchas que se desarrollaron en los siglos pasados sobre el territorio de los Países Bajos, Inglaterra, Francia, casi toda la Europa continental- se une a la serie de las revoluciones burguesas. La revolución de Octubre proclama y abre la era de la dominación del proletariado. Es el capitalismo mundial quien sufre, sobre el territorio de Rusia, la primera gran derrota. La cadena se rompió por el eslabón más débil. Pero es la cadena, y no solamente el eslabón, lo que se rompió.

El capitalismo como sistema mundial se sobrevive históricamente. Ha terminado de cumplir su misión esencial: la elevación del nivel del poder y de la riqueza humanos. La Humanidad no puede estancarse en el peldaño alcanzado. Sólo un poderoso empuje de las fuerzas productivas y una organización justa, planificada, es decir, socialista, de producción y distribución, puede asegurar a los hombres -a todos los hombres- un nivel de vida digno y conferirles al mismo tiempo el sentimiento inefable de la libertad frente a su propia economía. De la libertad en dos órdenes de relaciones; primeramente, el hombre no se verá ya obligado a consagrar su vida entera al trabajo físico. En segundo lugar, ya no dependerá de las leyes del mercado, es decir, de las fuerzas ciegas y oscuras que obran fuera de su voluntad. El hombre edificará libremente su economía, esto es, con arreglo a un plan, compás en mano. Ahora se trata de radiografiar la anatomía de la sociedad, de descubrir todos sus secretos y de someter todas sus funciones a la razón y a la voluntad del hombre colectivo. En este sentido, el socialismo entraña una nueva etapa en el crecimiento histórico de la Humanidad. A nuestro antepasado, armado por primera vez de un hacha de piedra, toda la naturaleza se le presenta como una conjuración de un poder misterioso y hostil. Más tarde, las ciencias naturales, en estrecha colaboración con la tecnología práctica, iluminaron la naturaleza hasta en sus más profundas oscuridades. Por medio de la energía eléctrica, el físico elabora su juicio sobre el núcleo atómico. No está lejos la hora en que -como en un juego- la ciencia resolverá la quimera de la alquimia, transformando el estiércol en oro y el oro en estiércol. Allá donde los demonios y las furias de la naturaleza se desataban, reina ahora, cada vez con más energía, la voluntad industriosa del hombre.

Pero en tanto que el hombre lucha victoriosamente con la naturaleza, edifica a ciegas sus relaciones con los demás, casi al igual que las abejas y las hormigas. Con retraso y por demás indeciso, se encara con los problemas de la sociedad humana. Empezó por la religión, para pasar después a la política. La Reforma trajo el primer éxito del individualismo y del racionalismo burgués en un dominio donde venía imperando una tradición muerta. El pensamiento crítico pasó de la Iglesia al Estado. Nacida en la lucha contra el absolutismo y las condiciones medievales, la doctrina de la soberanía popular y de los derechos del hombre y del ciudadano se amplía y robustece. Así se formó el sistema del parlamentarismo. El pensamiento crítico penetró en el dominio de la administración del Estado. El racionalismo político de la democracia significó la más alta conquista de la burguesía revolucionaria.

Pero entre la naturaleza y el Estado se interpone la economía. La técnica ha libertado al hombre de la tiranía de los viejos elementos: la tierra, el agua, el fuego y el aire para someterle, acto seguido, a su propia tiranía. La actual crisis mundial testimonia, de una manera particularmente trágica, cómo este dominador altivo y audaz de la naturaleza permanece siendo el esclavo de los poderes ciegos de su propia economía. La tarea histórica de nuestra época consiste en sustituir el juego anárquico del mercado por un plan razonable, en disciplinar las fuerzas productivas, en obligarlas a obrar en armonía, sirviendo dócilmente a las necesidades del hombre. Solamente sobre esta nueva base social el hombre podrá enderezar su espalda fatigada, y no ya sólo los elegidos, sino todos y todas, llegar a ser ciudadanos con plenos poderes en el dominio del pensamiento. Sin embargo, esto no es todavía la meta del camino. No, esto no es más que el principio. El hombre se considera el coronamiento de la creación. Tiene para ello, sí, ciertos derechos. ¿Pero quién se atreve a afirmar que el hombre actual sea el último representante, el más elevado de la especie homo sapiens? No, físicamente, como espiritualmente, está todavía muy lejos de la perfección este aborto biológico, de pensamiento enfermizo y que no se ha creado ningún nuevo equilibrio orgánico.
(...)

Fragmento de la conferencia ¿Qué fue la Revolución Rusa?, pronunciada por Trotsky el 27 de noviembre de 1932 en el stadium de Copenhague, Dinamarca

sábado, 20 de octubre de 2012

"No puedes, tú solo, dinamitar la isla de Manhattan"

Pablo Cingolani, un escritor sensible y profundo, me envió su reseña del libro Nueve noches, del brasileño Eduardo Carvalho...


El rastro del caracol

Buell Quain era el nombre de un antropólogo norteamericano que en 1939 se suicidó en las selvas de Brasil. Había nacido en las dakotas, estudiado en una de las universidades más prestigiosas del mundo, donde fue alumno de prominentes expertos, como la doctora Margaret Mead. Todos los que conocieron a Buell en vida, guardaron de él una imagen de brillantez y compromiso con su labor de etnógrafo, y la noticia de su muerte sorprendió a todos. Era un hombre apuesto, de familia acomodada, aunque sus padres se divorciaron, y algunos suponen que esos problemas influyeron en su decisión de quitarse la vida. Sin embargo, su inmolación sigue siendo un misterio.

Fue terrible. Estaba viviendo en una aldea de los indios Krahó y ya había anunciado que se iría a fin de año. Las cartas que recibía de sus padres lo habían entristecido; las quemaba después de leerlas. Un día, partió con dos indígenas, João e Ismael, rumbo a Carolina, un poblado mestizo de Goais, la antesala del territorio de los Krahó. En la segunda noche en la selva, sus compañeros de travesía se horrorizaron al hallarlo todo ensangrentado, tras que Quain se había cortado los brazos, las piernas y el cuello con una navaja de afeitar Gillette. Pero seguía vivo y João e Ismael le suplicaron que se detuviera y no se matara. El gringo les respondió que él solo quería acabar con sus sufrimientos. Sin saber qué más hacer, presos del terror, los indios salieron corriendo a una fazenda cercana a pedir ayuda. Cuando retornaron, Buell Quain estaba muerto. Terminó ahorcándose en un árbol con la cuerda de su hamaca. Tenía 27 años.

Quain había pedido ser enterrado allí, y así lo hizo el dueño del rancho adonde los indios fueron por socorro. Su tumba fue marcada “con tallos de burití”, el aguaje, la palma real conocida entre nosotros. “Nunca la policía ni autoridad alguna fue hasta ese lugar. El cuerpo nunca fue exhumado. No hay ninguna investigación archivada en los registros públicos (…) Los pedidos… para que se marcase la sepultura, por si algún día la familia quería rendir homenaje al muerto, nunca fueron atendidos. Hasta donde se sabe, nadie nunca volvió allá. La desolación absoluta, la tumba más negra de todas.

La cita y todo esto que acabo de anotar, lo leí en un libro muy fuerte. Se titula Nueve noches y su autor es un brasileño llamado Bernardo Carvalho. La obra fue editada en Argentina en 2011, aunque ya tiene una década de ojos encima. Es la historia de este tipo llamado Buell Quain y de cómo Carvalho se obsesiona por saber quién era y qué había sucedido con él.

Nueve noches es alucinante, envolvente, fascinador. Está escrito de una manera que no deja lugar a nada que no sea avidez y fervor al leerlo. Carvalho dispara sus palabras con certeza de cerbatana, las arroja como flechas al centro de ese algo total pero elusivo que es la condición humana, o aquello que algunos creemos que es la condición humana, y que se asemeja mucho a la selva donde suceden la mayoría de los hechos que va narrando. Es una historia desgarradora, la de Quain, que se va entramando con otras historias desgarradoras: la de los últimos pueblos indígenas de la Amazonía y la del propio Carvalho y su extraño vínculo con lo amazónico.

Como toda saga, Nueve noches nos permite enlazarlo con otros textos, con otras lecturas de los mismos mundos, los mismos desgarros. “Se llamaba, creo, Fred Murdock” –anotó Borges en El etnógrafo, su propia versión sobre el tema. Murdock, como Quain, explora su wild side, en su caso en el oeste norteamericano. Va en busca de una verdad, de un secreto. A su vuelta, su profesor y las autoridades de su universidad lo publicarán como su tesis de grado. Cuando lo encuentra y regresa, confiesa que lo aprendido y hallado es “algo que no puedo decir” y agrega que “el secreto, por lo demás, no vale lo que valen los caminos que me condujeron a él”. En el libro de Carvalho, esas verdades encontradas, esos secretos revelados, están en las antípodas de la magia borgiana, pues no son más que las laceraciones y abominaciones padecidas por los indios de la selva a lo largo de la historia. Son parte del horror, de ese horror del que habla Kurtz, de ese horror que la “civilización” inoculó en la selva.

¿Cómo afecta ello a la sensibilidad de un ser generoso que deja atrás su mundo para sumergirse o intentar hacerlo en el mundo del otro? Parafraseando a Artaud (y sus Tarahumaras, otro lazo con la obra de Carvalho), “los antropólogos suicidados” son muchos. En un ensayo cuyo título ya lo dice todo El fútil ejercicio de Lévi-Strauss y Buell Quain en la selva amazónica, la también antropóloga Ana María Ashwell cuenta que Margaret Caffrey se quitó la vida en 1931 mientras investigaba a los Apache. Lucien Sebag se inmoló a los 32 años, en 1965, tras concluir su trabajo de campo entre los Ayoreo, en el Chaco. Lo mismo hizo Alfred Metraux, el 63, cuando buscaba volver con los indios guayakíes en el Paraguay. Coincidencia o qué, Charles Wagley, que escribiría la introducción del libro póstumo de Quain sobre los Trumái del Brasil, también escribió, en American Anthropologist, el obituario de Metraux. “La lista de suicidados –concluye Ashwell- es larga”.

De mi propia cosecha, la historia de Quain me remite a la historia de Lars, el joven noruego que sigue desaparecido en la selva del Madidi, desde 1997. Era un hombre sensible, de una familia burguesa, de un país modelo. Eligió el camino del tercer mundo, de los pobres, de los desarraigados, de la selva. Vivió junto a los Tacana los años suficientes para aprender sus verdades y sus secretos o lo que quedaban de ellos. Un día, un cataclismo social en la aldea, producto de la irrupción de la modernidad (Carvalho los narra de manera tan cruda como magistral), hizo que Lars se decidiera a abandonar a sus amigos indios, internarse en la selva e ir en busca de la quintaesencia de lo puro: otro pueblo indígena pero en estado de aislamiento, los Toromonas, uno de los pocos que sigue resistiendo a ser contaminados. Hasta hoy, Lars, no ha regresado.

Los Krahó bautizaron a Buell con otro nombre: Camtwyon. Carvalho narra sus peripecias para saber su etimología. Al final, descubre que “twyon” quiere decir caracol. “Cam” era el presente, el aquí y ahora. Nadie en la aldea actual sabía cómo y porqué se combinaban esas dos palabras. El saber, la metáfora, se había perdido. Carvalho decide su propia interpretación, salvaje y moral según confiesa: “camtwyon” se le ocurre el caracol y todo lo que su esencia implica: aquel que va con su casa a cuestas, con su amparo siempre consigo, sólo la muerte puede despojarlo de él y de sí mismo. Camtwyon, en versión carvallesca, pasa a ser así, “el rastro del caracol”: de nada sirve huir, de nada sirve no aceptarse como uno es ni tampoco no aceptar cómo son las cosas, donde quiera que uno vaya, uno siempre será uno, de nada sirve escaparse de uno mismo, diría Moris, mezclando el blues con el tango. Todo esto y más están labrados en la piel brillante y en las entrañas revueltas del libro de Carvalho.

Dos caras de la misma moneda. De los indios, dice el novelista brasileño, “son los huérfanos de la civilización. Se hallan abandonados. Necesitan alianzas con el mundo de los blancos, un mundo que ellos tratan, con esfuerzo, de entender, y en general no lo consiguen. El problema es que… el mundo entero es de los blancos”. De nosotros, Carvalho rescata la médula de Elegía 1938 del inmortal Drummond: “Trabajas sin alegría para un mundo caduco/ donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo/ Practicas laboriosamente los gestos universales,/ sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual […] Corazón orgulloso, tienes prisa por confesar tu derrota/ y postergar para otro siglo la felicidad colectiva/ Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y la injusta distribución/ por que no puedes, tú solo, dinamitar la isla de Manhattan”. Dos versiones más del rastro del caracol, de eso que no podemos negar, de eso que no podemos esconder y, si somos justos con el pasado y sobre todo con el presente, menos podemos olvidar si tuviéramos el valor de mirarnos al espejo y no derretirnos con lo que vemos. Lawrence decía que el mérito no era soñar, sino soñar pero con los ojos abiertos, los mismos que hacen falta para leer y ojalá conmoverse con Nueve noches.


Pablo Cingolani
Río Abajo, 20 de octubre de 2012

martes, 9 de octubre de 2012

"Fuente de orgullo y valle de miseria"

Pierre Broué y Émile Témine son dos historiadores franceses que han escrito -en mi humildísima opinión- una de las mejores historias de la Guerra Civil Española. En el prólogo de su libro "La revolución y la guerra de España" ellos desmienten expresamente mi afirmación, diciendo que su obra es apenas "un primer paso hacia la redacción de una Historia más completa que requerirá miles y miles de testimonios y, sobre todo, de documentos de los archivos, todavía inaccesibles [el libro es de 1962], ya sea en España misma, en Francia, en Inglaterra, en la URSS y en el Vaticano". Como sea, se trata de una obra de minuciosa documentación y apasionante lectura, lo que ya se puede ver desde el mismísimo prólogo, donde proponen algunas pistas para conocer la España que produjo la guerra civil, algunas de cuyas facetas -salvando tiempos y distancias- habrán de reaparecer en los próximos años...   



(...)
Que no se espere encontrar en nuestra obra más de lo que quisimos o pudimos incluir en ella. Los lectores a quienes, según esperamos, les habremos despertado el gusto por España, deberán buscar en otras partes, en los hispanistas, la respuesta a las preguntas que se plantearán al comenzar a leernos. Los convidamos a que busquen en las obras de geografía una minuciosa descripción de este país, que es un mundo aparte, tan africano como europeo. "España", dice Joan Maragall, está "lejos del mundo como un planeta aparte. Y sus pueblos, que están en el mundo, parecen olvidados". Se enterarán de que España es "un manto repulgado de puntillas" que abarca 506.000 kilómetros cuadrados, que su población asciende casi a 30.000.000 de habitantes, que "vive difícilmente", que "su producción no puede bastar más que para un pueblo muy sobrio", que "carece de capitales y de medios de transporte". Si dirigen hacia los libros de historia sus investigaciones, se enterarán de que los Antiguos situaban en España a los Campos Elíseos y que Estrabón, el primer geógrafo, hacía de Andalucía la "morada de los Elegidos"; que la España musulmana, por sus técnicas agrícolas y artesanales, sus conocimientos científicos y filosóficos, iba a la vanguardia de la civilización de la Edad Media. Descubrirán también que los estragos de la reconquista, esa primera prueba de fuerza entre un mundo musulmán próspero, pero sin aliento, y un Occidente cristiano bárbaro, pero desbordante de vida, no le impidió a España convertirse en dueña del Viejo y del Nuevo mundo: el siglo de Luis XIV, en todos los libros, viene después del de la "preponderancia española". Pero se enterarán también de que la España del Siglo de Oro, como ha dicho Gastón Roupnel, es a la vez "fuente de orgullo y valle de miseria, según que se piense en sus poderosos o en sus masas, en su Corte o en los grandes territorios dolorosos que se extienden desde una frontera hasta la otra".

Quizá, entonces, penetrarán más fácilmente en esta España de la que Dominique Aubíer y Manuel Tuñón de Lara nos dicen que "retrocede cuando nos acercamos a ella". Con ellos, podrán recorrer los difíciles itinerarios hacia "la unidad subterránea que forma el esqueleto interior del español, ya sea charlatán y andaluz, severo y castellano, astuto como un gallego, interesado como un catalán o trabajador como un vasco". Recorriéndolos, se enterarán de las palabras cuya comprensión es esencial para entender a la realidad española: tierra, la tierra "que da la vida, pero no la mantiene"; hambre, que se traduce por el francés "faim" pero que "es a nuestra hambre lo que una rabieta es a la cólera"; castizo, mediocremente traducido por "de buena raza", siendo que afirma cotidianamente una sed de dignidad que proclama toda la historia de los pueblos de España. Quizá se percatarán también de aquello que, sobre todas las cosas, escapa a la descripción y a la explicación, a saber, el lugar que ocupa la muerte en la vida del español, cuya importancia quizá le haya sugerido ya la pasión por los toros.

Deberán ahondar mucho más todavía en su indagación, para penetrar en esa profunda espiritualidad que hace que se den codo con codo la fe más fanática y el más violento anticlericalismo. Tendrán que aprehender el sentido de la tierra de la Inquisición, la del auto de fe, en la que al acto de quemar a un hombre -moro mal convertido, judío bautizado inclusive, protestante secreto o espíritu esclarecido- se le llamaba "acto de fe". Deberán demorarse largamente en la contemplación de Goya y de sus dibujos del Dos de Mavo, y habrán de meditar sobre la violencia y la muerte de esos hombres de manos desnudas, frente a los fusiles de los pelotones de ejecución, o los sables de los mamelucos.

No olvidarán el levantamiento contra Napoleón de este pueblo, al que llamaban "los pordioseros", y observarán que mientras los Grandes doblaban la espina ante el conquistador, los campesinos, en sus asambleas de aldea, declaraban la guerra a la Grande Armée y creaban la palabra guerrilla. Concederán algunos instantes al sitio de Zaragoza, capturada por los franceses, en 52 días, casa por casa, piso por piso; y a sus 60.000 víctimas, sin exceptuar a las mujeres y a los niños, puesto que también ellos eran combatientes. Oirán decir al mariscal Lannes: "¡Qué guerra! ¡Verse obligado a matar a gente tan valiente, aunque estén locos!", pues estos "locos" se batían con sus puños y con sus dientes. Encontrarán de nuevo esta violencia en las guerras carlistas, en todas las luchas civiles del siglo XIX, en la represión realista que repugnará inclusive a los "ultras" franceses que habían acudido en nombre de la Santa Alianza a aplastar la Revolución española -la primera-, a los levantamientos campesinos, en las huelgas y la represión, en la tortura y en las "hazañas" de la guardia civil inmortalizadas por el Romancero de Federico García Lorca.

Al descubrir esta España descubrirán miles de Españas. Se enterarán de que la misma palabra castellana, pueblo, designa a los habitantes y a la aldea, que esta última es una patria pequeña, la patria chica de Brenan, que vive con una vida propia y casi autónoma. Entenderán mejor, entonces, por ejemplo en los trabajos de Rama, la difícil construcción de un Estado por encima de una nación inconclusa, y la
vanidad y el carácter artificial de la tentativa "liberal" en un país en el que reinan todavía señoritos y
caciques. Pues los caciques, esos déspotas locales, no son solamente los intendentes tradicionales de
los grandes dominios, que utilizan el poder delegado en ellos para saciar su apetito de poder y aplastar
con sus arbitrariedades y sus desprecios a aquellos a quienes emplean y mandan. El "caciquismo" ha
penetrado en toda la vida social y política; la administración, los partidos y, en cierta medida, los
sindicatos, hasta tal punto es verdad que este vicio de una sociedad medieval puede ser todavía
secretado por la España del siglo XX.

Entonces, sin duda, nuestros lectores comprenderán mejor algunos caracteres propiamente españoles de esta revolución y de esta guerra, la arrogancia de los señores, seguros de encarnar a una raza superior, el desprecio de la muerte y el encarnizamiento en la lucha de todos los combatientes, su particularismo y su apego a la ciudad, a la aldea, al terruño -lo que se llamará "individualismo", "indisciplina", "tendencias anarquistas"-, la violencia de los fanatismos, el odio, el desprecio que cimenta las jerarquías sociales, pero también la constante afirmación de la dignidad, el lugar ocupado, en la guerra, por la idea que cada uno de los adversarios se hace del hombre -hombre, que es interjección y afirmación-, ya sea que quieran exaltarlo y "liberarlo", o por el contrario, extinguirlo y destruirlo por la humillación concebida como un sistema.
(...)

Fragmento del Prólogo de Pierre Broué y Émile Témine
 en La revolución y la guerra de España
(1962)


sábado, 22 de septiembre de 2012

"Que todas las riquezas se encuentran en nosotros y no bajo la tierra"

Oliverio Girondo es un poeta argentino que vivió en la primera mitad del siglo XX. Es certero y sentencioso en cada verso, cada palabra puede resumir la fe, la esperanza, la ira, el dolor y/o la alegría del humano que es y que hace. Es un poeta, bah...     



Lo que esperamos
Tardará, tardará.
Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.
Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas
;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.
Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco
;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano
...

 
                                                                       Oliverio Girondo


 

jueves, 30 de agosto de 2012

El grupo Clarín y el gobierno argentino, reconciliados por Monsanto




Palabras de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a los empresarios estadounidenses en el Council de las Américas (Nueva York, 15/06/2012)

Hace pocos días el Gobierno argentino aprobó la inscripción y comercialización de la nueva soja transgénica de Monsanto, la "Intacta RR2 PRO". La multinacional espera que este OGM supere largamente el fenómeno de la soja RR en los ’90. La nueva tecnología, creada sólo para Sudamérica, está asociada al gen Bt (Bacillus Thuringiensis), que le otorga resistencia a lepidópteros como la oruga de la soja, la oruga falsa medidora y la broca de dos axilas. Además, prepara a la planta para resistir al agrotóxico Roundup Ready 2 (glifosato potenciado).

Esta aprobación formal del ministerio de negocios agrícolas argentino confirma y legaliza la transacción efectuada por Cristina Kirchner cuando se reunió en EEUU con los directivos de Monsanto y realizó las tristes afirmaciones que podemos escuchar en el video. En esa ocasión también dijo que su gobierno "ahora está a favor de las patentes", y aquí entramos en la segunda parte de la cuestión.

El Ministro de Agricultura también anunció un régimen de reconocimiento integral del pago de regalías o derechos por las patentes y la próxima modificación de la Ley de Semillas. Hasta la fecha, en la Argentina sólo el 25% de las semillas de soja es "certificada". El resto son las que los propios productores guardan después de la cosecha y que no pagan regalías, según la tradicional práctica campesina conocida como "bolsa blanca".

Monsanto había amenazado, en 2004, con retirarse del mercado argentino, si no se le pagaban las regalías reclamadas. Acompañó la queja con varias demandas al gobierno y a las entidades del campo, y con la restricción al ingreso de derivados de soja argentinos en puertos internacionales. Ahora, el gobierno argentino acaba de satisfacer en un solo acto todas las aspiraciones de la multinacional.

El grupo Clarín, que desde la primera hora fue uno de los principales lobbistas de los productos e intereses de Monsanto en el país, celebró casi con estupor esta decisión del "gobierno nacional y popular": "La foto del ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, el secretario Lorenzo Basso, el subsecretario Oscar Solís, junto al presidente y vicepresidente de la multinacional, es sin duda muy fuerte. Ahora no sólo estuvo la foto. La acompañaron los discursos, en los que tanto Yauhar como Basso reivindicaron con vehemencia los derechos de propiedad de los obtentores."

Además, el gobierno asegura a Monsanto no sólo el cobro integral de regalías, sino que además se compromete a modificar la Ley de Semillas para limitar el “uso propio” y evitar “que la soja transgénica sea multiplicada y vendida en canales informales”. De todos modos -gente que se cura en salud- Monsanto ya inició una campaña de “acuerdos individuales” con productores para que paguen la regalía al comprar semilla certificada o sometan su producción a la prueba de detección de los genes modificados, al vender. Si el análisis da positivo, el acopiador cobrará a cuenta del semillero las regalías pendientes, a un costo más alto. Y ya firmó acuerdos con 8.500 empresarios del norte (casi el 60% del área sojera).

La economía sojera argentina (promovida y potenciada por todos los gobiernos en los últimos 15 años) evoluciona de esta manera hasta transformarse en una sucursal de las multinacionales de ese rubro, una mera factoría en el monopolio mundial de los alimentos controlado por algunos países y algunas compañías.

Los que alguna vez han sostenido argumentos basados en los dudosos beneficios que la sojización produjo en nuestros países, ahora deberán inventar nuevos slogans. Y todos deberemos repensar las bondades de las políticas de "inversión extranjera" que la Presidenta "nacional y popular" destaca en la última frase de su discurso.

Eso, sin contar la tierra devastada, los campesinos expulsados de sus tierras, los brutales desmontes, la pérdida de soberanía alimentaria, y sobre todo, la salud de los pueblos fumigados.

Relacionado: Republiquetas sojeras del sur: el caso paraguayo; Paraguay: Semillas, transnacionales y soberanía; Glufosinato, un nuevo veneno

viernes, 24 de agosto de 2012

Borges y la mesa de luz Cinzano

Anoche, revisando un cd archivado hace años, encontré un pdf con la transcripción de un reportaje a Jorge Luis Borges, aparentemente hecho por Antonio Carrizo. Mirando la Wikipedia vengo a enterarme de que, justo hoy, se cumplen 113 años del nacimiento de nuestro ilustre escritor. Así que más excusas no hacen falta para dedicarle unos párrafos...

Dice Francisco Umbral: "Borges nos fascina porque le resta toda utilidad a la cultura y la deja en juego, lo que realmente es. Se soportan las erudiciones de Borges porque no pretenden probarnos nada, sino resolverse en una sonrisa. Borges ha escrito en uno de los mejores castellanos del siglo, pero siempre en contra del castellano. Es una contradicción dandi que los opacos le rechazan. A uno le apasiona asistir a la lucha de Borges contra un tigre de palabras que pretende desbaratar, pero que le hechiza como todos los tigres. Su lirismo es tan intenso que hace pasar por narración lo que no son más que metáforas. Así cuando crea ciudades imaginarias: "Torres de sangre, tigres transparentes". No ha construido nada, sino dos hermosas metáforas, que yo prefiero, desde luego, a la épica de los constructores de ciudades y los constructores de novelas. Borges es un escéptico irónico y dicen que el escepticismo es de derechas. Pero lo contrario del escepticismo, el fanatismo, es fascista. Borges es un genio absoluto porque es capaz de quemar un concepto en una sonrisa. Esto cabrea mucho a los filósofos de escalafón, pero es lo que el escritor -Voltaire, Montaigne, Cocteau, D'Ors, Borges- tiene sobre los demás hombres: la caligrafía de la sonrisa".
 Borges, dialogando con Antonio Carrizo 

En aquella entrevista con -presuntamente- Antonio Carrrizo, Borges recuerda unos versos que le escuchó a Lugones y que éste atribuia a Pascual Contursi:

"Acordáte de la cruz / que te regaló tu hermano / y del huevo de avestruz / sobre la mesa de luz / en el cajón de Cinzano".

Según Borges, Lugones decía que, en esos versos, "Contursi es Dante". Según Borges, los versos no eran del inventor del tango canción, sino del propio Lugones, que se citaba a sí mismo en tono de broma. Yo recuerdo desde chico unos versos muy parecidos que me enseñara un vecino tanguero, quien me dijo que eran de Carlos de la Púa:
     
"Te acordás de aquella cruz
que nos regaló tu hermano,
y aquella mesa de luz 
que era un cajón de Cinzano.  
Te acordás de la arpillera
tendida ante la catrera
como si fuera una alfombra.
Pensar que desde hace rato
vos fuiste para este ñato
como el sol para la ropa.
Pero, qué hacemos con el retrato,
si la mina está en Europa..."


En el mismo reportaje, Borges se refiere a su conocida aversión por el tango con una anécdota que ilustra esa "contradicción dandi que los opacos le rechazan":

"...yo estaba en el año sesenta y uno en Austin, Texas, un territorio que yo quiero mucho, y había un señor paraguayo y me hizo oír unos tangos, se llamaban A media luz, La cumparsita, no recuerdo los otros, y pensé, qué horror, voy a tener que simular que me gustan y a mí me parecen una vergüenza. Luego me di cuenta de que estaba llorando, es decir, que mi cuerpo lo sentía de otro modo".

Después habla del que "cada día canta mejor":

"Eso quiere decir que sigue cantando en la memoria de los hombres. Si cada día canta mejor, sigue cantando después de su muerte corporal (...) eso es más que la gloria. Qué importa mi opinión personal sobre Gardel comparado con eso; además, tengo la impresión de que no ha podido ser reemplazado, los que cantan tangos ahora no lo hacen como él. Creo que todos pensamos eso".

Borges, el que "le resta toda utilidad a la cultura y la deja en juego, lo que realmente es".

lunes, 6 de agosto de 2012

"Se ha fijado en un objeto, se ha hecho cosa"



Mucho antes de su minuciosa relación de la circulación del capital y de sus leyes, el filósofo alemán explicó la enajenación del trabajador de su trabajo. Porqué "el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí". Y porqué la emancipación de los trabajadores, que ha de ser "obra de los trabajadores mismos", "entraña la emancipación humana general"...     

[El trabajo enajenado]

(…)

No nos coloquemos, como el economista cuando quiere explicar algo, en una imaginaria situación primitiva. Tal situación primitiva no explica nada, simplemente traslada la cuestión a una lejanía nebulosa y grisácea. Supone como hecho, como acontecimiento, lo que debería deducir, esto es, la relación necesaria entre dos cosas. Por ejemplo, entre división del trabajo e intercambio. Así es también como la teología explica el origen del mal por el pecado original, dando por supuesto, como hecho, como historia, aquello que debe explicar.

Nosotros partimos de un hecho económico, actual.

El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general.

Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía Política como desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación.

Hasta tal punto aparece la realización del trabajo como desrealización del trabajador, que éste es desrealizado hasta llegar a la muerte por inanición. La objetivación aparece hasta tal punto como pérdida del objeto que el trabajador se ve privado de los objetos más necesarios no sólo para la vida, sino incluso para el trabajo. Es más, el trabajo mismo se convierte en un objeto del que el trabajador sólo puede apoderarse con el mayor esfuerzo y las más extraordinarias interrupciones. La apropiación del objeto aparece en tal medida como extrañamiento, que cuantos más objetos produce el trabajador, tantos menos alcanza a poseer y tanto mas sujeto queda a la dominación de su producto, es decir, del capital.

Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño. Partiendo de este supuesto, es evidente que cuánto mas se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto mas pobres son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí mismo es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda en sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto pero a partir de entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto más carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo es de él. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante es el trabajador. La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil.
(...)
Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en máquinas a la otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador.
(...)
Pero el extrañamiento no se muestra sólo en el resultado, sino en el acto de la producción, dentro de la actividad productiva misma. ¿Cómo podría el trabajador enfrentarse con el producto de su actividad como con algo extraño, si en el acto mismo de la producción no se hiciese ya ajeno a sí mismo? El producto no es más que el resumen de la actividad, de la producción. Por tanto, si el producto del trabajo es la enajenación, la producción misma ha de ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad; la actividad de la enajenación. En el extrañamiento del producto del trabajo no hace más que resumirse el extrañamiento, la enajenación en la actividad del trabajo mismo.

¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?

Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo.

De esto resulta que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal. Comer, beber y engendrar, etc., son realmente también auténticas funciones humanas. Pero en la abstracción que las separa del ámbito restante de la actividad humana y las convierte en un único y último, son animales.
(...)
El animal es inmediatamente uno con su actividad vital. No se distingue de ella. Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una determinación con la que el hombre se funda inmediatamente. La actividad vital consciente distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal. Justamente, y sólo por ello, es él un ser genérico. O, dicho de otra forma, sólo es ser consciente, es decir, sólo es su propia vida objeto para él, porque es un ser genérico. Sólo por ello es su actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relación, de manera que el hombre, precisamente por ser un ser consciente hace de su actividad vital, de su esencia, un simple medio para su existencia.

La producción práctica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica, es la afirmación del hombre como un ser genérico consciente, es decir, la afirmación de un ser que se relaciona con el género como con su propia esencia o que se relaciona consigo mismo como ser genérico. Es cierto que también el animal produce. Se construye un nido, viviendas, como las abejas, los castores, las hormigas, etc. Pero produce únicamente lo que necesita inmediatamente para sí o para su prole; produce unilateralmente, mientras que el hombre produce universalmente; produce únicamente por mandato de la necesidad física inmediata, mientras que el hombre produce incluso libre de la necesidad física y sólo produce realmente liberado de ella; el animal se produce sólo a sí mismo, mientras que el hombre reproduce la naturaleza entera; el producto del animal pertenece inmediatamente a su cuerpo físico, mientras que el hombre se enfrenta libremente a su producto. El animal forma únicamente según la necesidad y la medida de la especie a la que pertenece, mientras que el hombre sabe producir según la medida de cualquier especie y sabe siempre imponer al objeto la medida que le es inherente; por ello el hombre crea también según las leyes de la belleza.

Por eso precisamente es sólo en la elaboración del mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente como un ser genérico. Esta producción es su vida genérica activa. Mediante ella aparece la naturaleza como su obra y su realidad. El objeto del trabajo es por eso la objetivación de la vida genérica del hombre, pues éste se desdobla no sólo intelectualmente, como en la conciencia, sino activa y realmente, y se contempla a sí mismo en un mundo creado por él. Por esto el trabajo enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su producción, le arranca su vida genérica, su real objetividad genérica y transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza. Del mismo modo, al degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condición de medio, hace el trabajo enajenado de la vida genérica del hombre en medio para su existencia física.
(...) 
Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la enajenación del hombre respecto del hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también al otro. Lo que es válido respecto de la relación del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale también para la relación del hombre con el otro y con trabajo y el producto del trabajo del otro.
(...) 
En la relación del trabajo enajenado, cada hombre considera, pues, a los demás según la medida y la relación en la que él se encuentra consigo mismo en cuanto trabajador.
(...)
Si el producto del trabajo me es ajeno, se me enfrenta como un poder extraño, entonces ¿a quién pertenece? Si mi propia actividad no me pertenece; si es una actividad ajena, forzada, ¿a quién pertenece entonces? A un ser otro que yo.

¿Quién es ese ser? ¿Los dioses? Cierto que en los primeros tiempos la producción principal, por ejemplo, la construcción de templos, etc., en Egipto, India, Méjico, aparece al servicio de los dioses, como también a los dioses pertenece el producto. Pero los dioses por sí solos no fueron nunca los dueños del trabajo. Aún menos de la naturaleza. Qué contradictorio sería que cuando más subyuga el hombre a la naturaleza mediante su trabajo, cuando más superfluos vienen a resultar los milagros de los dioses en razón de los milagros de la industria, tuviese que renunciar el hombre, por amor de estos poderes, a la alegría de la producción y al goce del producto.

El ser extraño al que pertenecen a trabajo y el producto del trabajo, a cuyo servicio está aquél y para cuyo placer sirve éste, solamente puede ser el hombre mismo. Si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, si es frente él un poder extraño, esto sólo es posible porque pertenece a otro hombre que no es el trabajador. Si su actividad es para él dolor, ha de ser goce y alegría vital de otro. Ni los dioses, ni la naturaleza, sino sólo el hombre mismo, puede ser este poder extraño sobre los hombres.
Recuérdese la afirmación antes hecha de que la relación del hombre consigo mismo únicamente es para él objetiva y real a través de su relación con los otros hombres. Si él, pues, se relaciona con el producto de su trabajo, con su trabajo objetivado, como con un objeto poderoso, independiente de él, hostil, extraño, se está relacionando con él de forma que otro hombre independiente de él, poderoso, hostil, extraño a él, es el dueño de este objeto. Si él se relaciona con su actividad como con una actividad no libre, se está relacionando con ella como con la actividad al servicio de otro, bajo las órdenes, la compulsión y el yugo de otro.

Toda enajenación del hombre respecto de sí mismo y de la naturaleza aparece en la relación que él presume entre él, la naturaleza y los otros hombres distintos de él. Por eso la autoenajenación religiosa aparece necesariamente en la relación del laico con el sacerdote, o también, puesto que aquí se trata del mundo intelectual, con un mediador, etc. En el mundo práctico, real, el extrañamiento de sí sólo puede manifestarse mediante la relación práctica, real, con los otros hombres. El medio mismo por el que el extrañamiento se opera es un medio práctico. En consecuencia, mediante el trabajo enajenado no sólo produce el hombre su relación con el objeto y con el acto de la propia producción como con poderes que le son extraños y hostiles, sino también la relación en la que los otros hombres se encuentran con su producto y la relación en la que él está con estos otros hombres. De la misma manera que hace de su propia producción su desrealización, su castigo; de su propio producto su pérdida, un producto que no le pertenece, y así también crea el dominio de quien no produce sobre la producción y el producto. Al enajenarse de su propia actividad posesiona al extraño de la actividad que no le es propia.
(...) La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo.
(...)
Comprendemos también por esto que salario y propiedad privada son idénticos, pues el salario que paga el producto, el objeto del trabajo, el trabajo mismo, es sólo una consecuencia necesaria de la enajenación del trabajo; en el salario el trabajo no aparece como un fin en sí, sino como un servidor del salario.
(...)
De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se sigue, además, que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, etc., de la servidumbre, se expresa en la forma política de la emancipación de los trabajadores, no como si se tratase sólo de la emancipación de éstos, sino porque su emancipación entraña la emancipación humana general; y esto es así porque toda la servidumbre humana está encerrada en la relación de trabajador con la producción, y todas las relaciones serviles son sólo modificaciones y consecuencias de esta relación.

Fragmento de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 (Karl Marx)

sábado, 4 de agosto de 2012

Insípido o amargo, ya no sabe

Cuando nos hemos quedado sin sabor, no sabemos nada más. Podríamos saber, en futuras ocasiones, pero la sabrosura de la vida se nos niega al día de la fecha. ¿Sabremos otra vez, quizá mañana? ¿Cómo saber, si hoy no nos sabe la que nosotros sabíamos? ¿Sabrá que no sabemos porque ya no nos sabe? Papila de mi corazón, ¿volverás a saber como sabías...?  

 












Carta de postres
una poesía de Fulgencio Martínez López


No era mi sabor
su preferido.
Descubre, inventa
a cada momento
una golosina:
chupaba un polo
de frenesí y pistacho
cuando la conocí.

Me dijo entonces tú debes
saber a barro de helecho y a suela.
Puso un nido de nieve en mi lengua
la primera vez que nos separamos.
Como siempre cambia de gustos, yo
también he cambiado desde ese día.

Fui metal y fui ola y fui abeja,
fui hueso y ya no soy coral,
ya no soy relincho de un tren nocturno
ni tengo el sabor tranquilo
del té de las tardes.

Es que, en cada encuentro
y en cada despedida, me crea
como elige en la carta
el postre que prefiere.
Hoy ha elegido uno raro,
un trozo de hielo, sólo.

Mañana,
cuando le apetezca yo de nuevo,
¿a qué voy a saber?, ¿sabré a libro
de poemas amarillento,
a un sentimental pecio del pasado,
un galeón en miniatura
dentro de una botella?

Hoy le mandé un retrato mío:
no sé ya si soy.
Dile,
retrato, dile
¿a qué sabe la nada?

viernes, 3 de agosto de 2012

Maurice Heesen: cuando llegue, que te encuentre sonriendo

Este fotógrafo y publicista neerlandés se ríe de nuestro temor atávico y lo ilustra en cuadros espectaculares. Dice: "Tenemos miedo a la muerte sólo porque no sabemos qué hay después. Lo mejor es seguir riendo en vida hasta que la muerte nos alcance". Recuerda aquel cuento del hombre que se encontró con la muerte en la ciudad, y huyó de ella corriendo al desierto para refugiarse en una cueva. Cuando llegó la noche se le presento La Muerte, y le dijo: "Me sorprendió verte esta mañana en la ciudad, sabiendo que ibas a morir en una cueva en el desierto". Es así, nomás. Y no nos duele tanto estar muertos a las indiferentes espaldas de nuestras esposas, como pensar en el paquete de Nobleza Gaucha sin abrir, o ese chaboncito que nos pisa las naranjas recién compradas...







martes, 3 de julio de 2012

El corazón eglógico y sencillo de Ferlinghetti


El mundo es un hermoso lugar para nacer
si no te importa que la felicidad
no siempre sea tan divertida
si no te importa un toque de infierno
de vez en cuando
justo cuando todo está bien
porque ni siquiera en el cielo
cantan todo el tiempo

El mundo es un hermoso lugar para nacer
si no te importa que algunos mueran todo el tiempo
o quizás sólo pasen hambre parte del tiempo
lo cual no es ni la mitad de malo
si no te toca a ti

Oh el mundo es un hermoso lugar para nacer
si no te importan mucho unas pocas mentes momificadas
en los puestos más altos
o una bomba o dos de vez en cuando
en las caras vueltas hacia arriba
o algunas otras incorrecciones
de las que nuestra sociedad
de Marca Registrada es presa
con sus hombres de distinción
y sus hombres de extinción
y sus sacerdotes
y otros patrulleros

y sus diversas segregaciones
e investigaciones parlamentarias
y otras constipaciones
de las que nuestra tonta carne
es heredera

Sí, el mundo es el mejor lugar de todos
para muchas cosas como hacer la escena divertida
y hacer la escena de amor y hacer la escena triste
y cantar canciones en voz baja y tener inspiraciones
caminar por ahí mirando todo
y oliendo flores y toquetear las estatuas
y hasta pensar y besar gente
y hacer bebés y usar pantalones
y agitar sombreros y bailar
y nadar en los ríos en picnics
a mediados del verano
y por lo general
“darse la gran vida”

Sí.
Pero justo entonces
en la mitad de todo
llega
el sonriente
funebrero...

"El mundo es un hermoso lugar…"
de Lawrence Ferlinghetti
(traducción Elvio E.Gandolfo)
Imagen: "Muerte sonriente"
de Diana Garrido