lunes, 24 de enero de 2011

El meticuloso Juan Filloy

Op Oloop

Hay personas que conocen los días en que viven por los boletos de combinación que expenden los tranvías, por los avisos bancarios de próximos vencimientos o por el almanaque de las oficinas donde llenan gratuitamente de tinta la pluma-fuente.

Op Oloop no era de ésos. Su casa era una agenda viva, un archivo meticuloso, un emporio de mementos. Cada pared ostentaba profusión de tablas sinópticas, mapas estadísticos y diagramas policromados. Cada mueble era un almacén repleto de datos y reseñas, de estudios y experiencias. Cada cajón, un fichero que custodiaba la fidelidad de su memoria. Hasta en sus bolsillos guardaba extractos de profundas lucubraciones.

Unigénito del método y la perseverancia, Op Oloop era la más perfecta máquina humana, la más insigne creación de autodisciplina que conociera Buenos Aires. Cuando se llevan compulsados y seriados desde la pubertad los fenómenos más importantes del universo y los actos fallidos más leves del ser, se puede afirmar con seriedad que el sistema ha sido constreñido a su mínima expresión: vale decir endiosado a su mayor jerarquía metodológica; ¡porque la grandeza del método se revela en su soberanía sobre lo nimio!

(Fragmento de Op Oloop, de Juan Filloy)

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