martes, 5 de diciembre de 2006

Imagen, desemejanza, invisibilidad


(...) Comprendí que esa imagen (aunque no se parezca a mí) es mucho más real que yo mismo; que no es ella la mía, sino yo su sombra. Que no es a ella a quien se puede acusar de no parecérseme, sino que esa desemejanza es culpa mía. Y que esa desemejanza es mi cruz, que no se la puedo endilgar a nadie y que debo cargar con ella. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirme. Pretendía cargar con mi desemejanza, seguir siendo aquel que habían decidido que no era.

(...) Y así comprendí que esta forma mía de resistencia también era vana, que el único que percibía ya mi desemejanza era yo mismo, y que para los demás era invisible.


(Milan Kundera, en "La Broma";
pintura de Susana Soto Poblette)

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